El ascenso de Moneybagg Yo fue todo menos rápido. Los primeros mixtapes del rapero de South Memphis se remontan a 2012 y cuando publicó su primer álbum propiamente dicho, RESET en 2018, ya tenía dos aclamadas series completas a su nombre (Heartless y Federal). Lo sorprendente es que cuando la fortuna empezó a sonreírle (y sus colaboraciones cotizaban al alza), hizo algo que podría parecer completamente innecesario en el contexto del hip-hop de las listas de éxitos actuales: siguió mejorando como artista. Su reputación de cronista callejero y las conexiones que cultivó para extender su mensaje ya eran fuertes antes de A Gangsta’s Pain, pero este fue el álbum que elevó su presencia en el mainstream. Bagg llevaba años afilando sus rimas y flow y, como explicaba a Apple Music, la cuarentena le dio el tiempo que necesitaba para componer. “Me senté a pensar en todo”, nos contaba. “He hecho las mejores canciones de mi carrera, de toda mi vida, durante la pandemia”. El resultado fueron colaboraciones irresistibles como “Hard for the Next” (con Future), el ocurrente flow de “Shottas (Lala)” y una brillante metáfora sobre el amor como adicción en “Wockesha”. “Voy a darle a la gente todo lo que le gusta de Moneybagg Yo”, declaró antes del lanzamiento del álbum. Palabras mayores.