Pese al extraordinario talento de Boulanger para la composición, la faceta por la que será siempre conocida es la de docente, no en vano grandes nombres como Astor Piazzolla, Grażyna Bacewicz, Virgil Thomson o Quincy Jones, entre muchos otros, pasaron por sus clases y le rindieron pleitesía. Sin embargo, su catálogo, breve en cuanto al número y la extensión, resulta totalmente fascinante: más partidaria de la economía de medios que de la parafernalia decimonónica, todas y cada una de las piezas que compuso destilan una sutileza sin igual. Aquí seleccionamos algunas de las que mejor la definen.