Desde que existe la música, existe el baile. Y en las composiciones clásicas, el encuentro entre ambas artes adquiere un carácter sublime. Desde los bailes más suntuosos, como esos movimientos en espiral de los valses de salón, hasta las danzas populares o los ritos ancestrales, las grandes creaciones que conocemos han sido pensadas para que nuestro cuerpo se mueva al ritmo que dictan.