Schumann

Schumann

Al comprobar, tras una lesión en la mano, que su carrera como pianista era un sueño imposible, el joven Schumann buscó consuelo en el violonchelo. El compositor alemán amaba especialmente la condición canora del instrumento y, por eso, derramó su alma sobre la partitura del concierto que escribiera en 1850. Sol Gabetta y la Orquesta de Cámara de Basilea dan a la obra un toque más ligero de lo habitual, permitiendo al violonchelo una mayor libertad de expresión. El uso moderado del vibrato por parte de la solista argentina, particularmente en el movimiento lento, agrega a la obra inocencia y vulnerabilidad. Las piezas de cámara que se ofrecen como complemento, con un excelente y sensible acompañamiento de Bertrand Chamayou en un piano vienés de 1847, muestran a Schumann en toda su complejidad emocional, ora travieso, ora tierno.

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