Mozart era todavía un adolescente cuando escribió estos cinco conciertos para violín como repertorio para sus propios recitales. Renaud Capuçon los toca aquí como el joven compositor lo hiciera entonces, con una orquesta de dimensiones modestas y sin director. El resultado es un festín de música íntima y relajada, sofisticada y generosa. El final casual del N.º 2 suena encantador y expansivo en la afectuosa versión del violinista francés, que aborda el “Rondeau” final del N.º 5 con elegante decoro. Los movimientos lentos, dulces y seductores, cobran vida con el sentido poético de Capuçon y el acompañamiento de una refinada Orquesta de Cámara de Lausana.