

El joven chelista escocés Peter Gregson es el ejemplo perfecto de un músico de formación clásica que también es un millenial del siglo XXI. Desde el clasicismo de su favorito Bach a Prokofiev, pasando por sus composiciones para bandas sonoras o, incluso, sus acercamientos al pop colaborando con Ed Sheeran, su rango de influencias e intereses le hacen combinar con maestría su violonchelo con la electrónica. Un nombre en ascenso en el panorama que ejemplifica que la música clásica puede ser algo totalmente contemporáneo.