

A simple vista, el EDM (abreviatura de electronic dance music, o música electrónica bailable) no es tanto un género como una descripción superficial que no hace justicia a las capas más profundas de este estilo de música. El término genérico se popularizó en la década del 2010 en un intento de agrupar los sonidos que surgían en los vastos rincones de la música dance en todo el mundo. Sin embargo, lo que unía todo era la búsqueda del poderoso drop: el momento en que los sintetizadores van en crescendo antes de estallar en un clímax catártico impulsado por el ritmo. ¿Encajan técnicamente el techno y el house en la clasificación de música electrónica bailable? Claro, pero el EDM se centra más en la adaptación del estilo del dance al pop y los festivales. Por ejemplo, cuando el dubstep de Skrillex se mezcla con el tropical house de Diplo (como Jack Ü) y se unen a Justin Bieber. Cuando DJ Snake y Lil Jon combinan el trap, el hip-hop y el dubstep en “Turn Down for What”. Cuando Avicii alcanzó nuevos niveles de éxtasis con “Levels”, donde combina un magnífico sample de Etta James con una paleta de producción del progressive house. Cuando Swedish House Mafia y Kaskade tomaron las bases del house y las combinaron con sintetizadores del trance y voces eufóricas para lograr el máximo impacto en el escenario principal.