El ascenso y caída de Amy Winehouse en un lapso menor a una década deificaron a la londinense como un ícono trágico de la cultura pop, como un talento más del "club de los 27", y eso con tan sólo dos álbumes publicados en vida: Frank (2003) y Back to Black (2006). Su portentosa voz, heredera de las cantantes de northern soul y R&B, supo ser trabajada con la producción de Salaam Remi y Mark Ronson. Sus canciones, como antorchas que se incendian con despecho y desesperación, revelaron las emociones crudas de una mujer que no sólo interpretaba, sino sufría el "blues" de su música en carne propia.