

Conocida hasta entonces por el rock sutilmente subversivo de su grupo Sugarcubes, Björk comenzó su carrera como solista con un álbum de prodigiosa variedad. Sobre bases rítmicas cercanas a la música de baile, las canciones de Debut van desde incursiones en la escena electrónica británica, como en la eufórica “One Day”, al romanticismo desolado de “Aeroplane” y “Anchor Song”. La producción de Nellee Hooper está llena de hallazgos visionarios que nunca esconden que el verdadero corazón del álbum está en la voz de la islandesa.