

“Siempre he sentido que intentar adentrarse en el mundo de la música clásica es muchísimo, muchísimo más complicado de lo que debería ser”, comenta James Rhodes a Apple Music Classical. Con su combinación única de brillantez pianística y una presencia escénica sincera y cercana, este músico británico radicado en España ha acercado a generaciones enteras a las maravillas de la música clásica. Sin embargo, reconoce que iniciarse en este mundo puede ser abrumador. “¿Cómo demonios se supone que debes saber por dónde empezar?”, se pregunta. “Te enfrentas a un mar de opciones y, aunque sepas el nombre de la obra con la que quieres comenzar, hay 82 grabaciones diferentes de esa misma pieza para elegir”. La propuesta de Rhodes no es simplemente recomendar los clásicos de siempre. Su playlist es una cuidada selección de obras que han conquistado su corazón y su mente, con la esperanza de que también conquisten el tuyo. “Aquí tienes una playlist de dos horas y media llena no sólo de piezas asombrosas, esenciales y que pueden cambiarte la vida, sino también, en mi opinión, en versiones interpretadas por los mejores artistas para cada obra”. Comenzamos con la emoción intensa del Concierto para piano No. 1 de Prokófiev, en una versión de Andrei Gavrilov que, según Rhodes, tiene “una energía palpable, visceral e inolvidable”. También está Glenn Gould al frente de un concierto para teclado de Bach (“Ni se te ocurra decirme que hay una mejor grabación”) y una sublime ejecución de Beethoven a cargo de dos figuras legendarias: el violonchelista Mischa Maisky y la pianista Martha Argerich. Después de un hipnotizante concierto para piano de Scriabin, llegamos al primer movimiento de la Sinfonía No. 7 de Bruckner. “Posiblemente marque un antes y un después en tu vida”, asegura Rhodes. “Siéntate en silencio, apaga el teléfono y date 20 minutos para sumergirte en este movimiento inicial. Siente lo que despierta en ti, llora, grita, déjate llevar por los escalofríos y date cuenta de que hay cosas más importantes que las redes sociales, la publicidad, los plazos de entrega y los reality shows. Basta con escuchar para entrar en contacto con la verdad más pura, honesta y desnuda de las cosas”. Armenia se hace presente a través del concierto para trompeta de Arutiunian, 16 minutos de pura exuberancia que merecen una popularidad mucho mayor de la que disfrutan actualmente. “Dios mío, en este momento falta tanta alegría”, comenta Rhodes. “¿Cómo no regalarte este pequeño placer?”. Un sentimiento similar le inspira el concierto para clarinete del compositor estadounidense Aaron Copland, una obra “mágica e injustamente poco interpretada”, terminada apenas un año antes, en 1949. Entre Bach y Mendelssohn, Rhodes te invita a descubrir un preludio de Rameau bajo la dirección de Teodor Currentzis. “Currentzis cambió mi vida para siempre; le debo todo”, afirma. “Mi gran deseo es que escuches esta pieza y te adentres en un viaje que te lleve a un despertar espiritual como solo alguien como Currentzis puede inspirar”. Terminamos con una de las más grandes obras para piano jamás compuestas, interpretada por uno de los verdaderos gigantes del teclado. “Krystian Zimerman tocando la Balada No. 1 de Chopin es el referente al que todos los intérpretes del piano aspiran, incluso hoy, casi 40 años después de haberla grabado”, dice Rhodes. “No me discutas esto, sabes que tengo razón”.