El destino de la Tierra y la infinita crueldad del ser humano con la naturaleza han sido temas esenciales en la música de Neil Young desde 1970, cuando en “After the Gold Rush” imaginaba una distopía no muy diferente al mundo en el que vivimos medio siglo después. “Vivimos aterrados, ¿no te parece?”, dice a Apple Music. “Mira a la gente, nos atacamos unos a otros, preocupados por el otro bando. Estamos muertos de miedo, porque debajo de todo lo demás ocurre otra cosa: dicen que el mundo no va a ser igual en 15 años. Podemos estar fastidiados de verdad”. Como Barn en 2021, World Record (su álbum número 42 y el decimotercero con Crazy Horse) es una escapada anárquica de espíritu folk que oculta una vida entera de ideas bajo su aparente sencillez. Hay inocencia (“Love Earth”), rabia (“The World [Is In Trouble Now]”), nostalgia (“This Old Planet [Changing Days]”) y la enérgica ingenuidad que ha convertido a Young en una inspiración para cualquiera que se haya hartado del estado del mundo, pero se plantee con honestidad las maneras de cambiarlo (“I Walk with You [Earth Ringtone]”). La mayoría de las canciones surgieron como melodías que Young silbaba paseando por el bosque y las escribió todas, de principio a fin, en dos días. Rick Rubin cuenta que apenas parecía que estuvieran haciendo un álbum. “La mayor parte de lo que se escucha en el disco son cosas que, al grabarlas, me hicieron pensar que ojalá aprendieran a tocar la canción algún día”, explica el productor a Apple Music. Pero el enfoque libérrimo de Young siempre ha sido parte central de una vitalidad que templa su pesimismo con mensajes de esperanza. “Tenemos mucho trabajo por hacer”, dice. “Seguramente sea el único momento de la historia en el que gente de países de todo el mundo pueda estar de acuerdo en la misma idea: ‘espera un momento, tenemos que hacer algo porque esto pinta mal’. Todos lo sentimos”.