El rock, a diferencia de otros géneros más ortodoxos, es una entidad abierta por naturaleza capaz de enriquecerse con infinitos elementos. Más que un estilo, es una actitud, un estado mental y eso era algo indudable en 1995. Desde las guitarras de Lenny Kravitz hasta el toque indie de Radiohead, todo cabía en el panorama de ese año.