Quique González empezó a labrarse un nombre en el Madrid de finales de siglo, en el que coincidió con Enrique Urquijo de Los Secretos. En 1998 publicó su álbum debut, marcado por el sonido de la guitarra y con unas letras que hablaban del amor, su condición como músico y sus recuerdos de juventud. Más tarde tuvo problemas con discográficas, por lo que decidió montar su propia plataforma. Paralelamente su sonido fue evolucionando e incorporando elementos como el piano e instrumentos de viento. Lo que no cambia es su fascinación por el rock clásico de artistas como Neil Young, Tom Petty y Van Morrison.