Las genuinas canciones, misas y réquiems del compositor Karl Jenkins beben de un legado musical al que siempre merece la pena acercarse. De Erik Satie, Miles Davis o Maurice Ravel supo recoger esa apasionante precisión melódica y brillantez orquestal, mientras que la riqueza espiritual de Gabriel Fauré y J.S. Bach marcaron el camino de obras fundamentales del galés, como Adiemus y Palladio.