Hijo del célebre torero Luis Miguel Dominguín y la glamurosa Lucia Bosé y ahijado del mismísimo Luchino Visconti, Miguel Bosé (Panamá, 1956) estaba destinado a hacer algo grande. Su infancia estuvo impregnada de arte, con personajes de la talla de Picasso o Hemingway en su misma órbita. Pese a que sus primeros pasos en el mundo del espectáculo lo encaminaban hacia la danza, acabó debutando en el cine con apenas 15 años y en 1977 irrumpía con fuerza en el panorama musical con Linda, su primer álbum. Aquel sería el inicio de una de las carreras más prolíficas e insólitas de la historia del pop español. Iconoclasta, extravagante, originalísimo, Bosé pasó en pocos años de ser un icono adolescente a erigirse como un artista versátil y profundamente innovador que en los 80 y los 90 encabezaba todas las listas de éxitos luciendo una estética sin par. Su estelar aparición en la película de Almodóvar Tacones lejanos (1991) no hizo más que agrandar el halo de misterio que ha rodeado siempre su figura. Medio siglo después, con una veintena de álbumes a sus espaldas y colaboraciones que cuentan con nombres del calibre de Ricky Martin, Juanes, Ana Torroja o Alejandro Sanz, Bosé no deja de reinventarse, manteniendo intacta la imponente presencia escénica y el carisma que hacen de él un artista único.