“No hay mejor sensación que la del primer minuto después de haber escrito una buena canción”, decía Lewis Capaldi (Glasgow, 1996) a Apple Music en 2019. Esa emoción es evidente en su primer álbum, Divinely Uninspired To A Hellish Extent, una colección de canciones que conectan con los grandes iconos del soul en crónicas íntimas que a menudo no necesitan más que un piano y la voz ardiente del escocés. Antes, “Bruises”, el EP Bloom y sus giras como telonero de Sam Smith y Niall Horan ya habían dado señales de que estábamos ante un talento de época. La resaca del éxito de su debut obligó a Capaldi a abrir un paréntesis durante el que anunció que le habían diagnosticado síndrome de Tourette y necesitaba tiempo para procesar una fama que nunca había imaginado para sí. En 2022, “Forget Me”, su primera canción en casi tres años, anunció su regreso entre guiños a los 80 y una voz que sonaba liberada del peso que lo había estado atenazando. Lanzado unos meses después, Broken By Desire To Be Heavenly Sent comparte con su debut algo más que la longitud de su título. Como explicaba a Apple Music, no buscaba “reinventar la rueda”, sino regresar a la música que lo hace feliz. El resultado es un retrato del artista a tamaño natural y uno de los álbumes pop más honestos que cabe imaginar.