Este es, en muchos aspectos, un disco fundacional. Reveló el talento de un pianista excepcional, consiguió que una grabación de jazz en directo encontrara una audiencia masiva, y consolidó la estética intensa, libre y personalísima del productor Manfred Eicher y el sello ECM. En una actuación inolvidable, Jarrett dejaba escapar un torrente de ideas en el piano, recreándose a sí mismo con su propia voz o enfatizando con los pies el ritmo de su música. Siempre hay un nexo de intimidad sonora entre este artista exquisito y su asombrado oyente.