En una escena de su ópera de 1968 La pasajera, Mieczyslaw Weinberg representa a un prisionero en Auschwitz tocando la “Chacona” de la Partita n.º 2 para violín solo de Bach como un acto de desobediencia. La escena refleja un abrumador contraste entre cultura y barbarie. Weinberg, cuyos padres murieron a manos de los nazis, expresa ese mismo desafío en sus tres sonatas para violín solo, que suenan insaciablemente furiosas. La Sonata n.º 1 es una obra de implacable poder emocional, desde una explosiva apertura de pizzicatos agresivos hasta el angustioso movimiento lento y el fulgurante “Presto” final. La N.º 2 encadena episodios breves e intensos a los que Gidon Kremer da vida con energía extraordinaria. Finalmente, la tercera se mueve entre tiernas reminiscencias familiares y una ira desenfrenada. Son obras esenciales que por fin podemos escuchar en versiones que les hacen justicia.
- Dominik Wollenweber, Sir Simon Rattle & Berliner Philharmoniker
- Christian Thielemann & Filarmónica de Viena
- Chicago Symphony Orchestra, Edwin Outwater & Mason Bates
- Leonidas Kavakos
- Matthias Goerne & Daniil Trifonov
- Quatuor Ébène, Antoine Tamestit & Nicolas Altstaedt
- Sviatoslav Richter