Schubert escribió la Sonata para piano en si bemol en 1828, durante los últimos compases de su vida. No tuvo una carrera fácil, durante años languideció a la sombra de la colosal obra de Beethoven en el mismo género. Pero hoy en día su grandeza es reconocida universalmente y los grandes pianistas de nuestro tiempo se acercan a ella con toda la reverencia que merece. En este trabajo, Khatia Buniatishvili apuesta por un enfoque más suave de lo habitual, un cambio refrescante respecto de las versiones más enérgicas. Su piano canta con la flexibilidad de la voz humana y nos ofrece un scherzo tan ágil en su desarrollo que se diría compuesto por Mendelssohn. Los 4 Impromptus suenan igualmente bellos y delicados.