Como sus cuartetos finales, las últimas cinco sonatas para piano de Beethoven exploran nuevos territorios. La Nº. 28, en la mayor, es la más convencional, y aún así la ambición expresiva ya es evidente antes del asalto monumental de “Hammerklavier” (Nº. 29), que un Igor Levit veinteañero aborda con asombroso aplomo. En las tres sonatas siguientes, Beethoven refina, concentra y destila la esencia de su mensaje en los poderosos movimientos finales. Al llegar a la última, la Nº. 32 en do menor, una clave de especial significado para el compositor, reduce la forma a dos movimientos y se adentra en un lenguaje musical que parece prefigurar el jazz. Aquí estamos ante música sublime magistralmente interpretada.
Aparece en
- Leonard Bernstein & New York Philharmonic
- Piotr Anderszewski
- Isabelle Faust, Orchestra Mozart & Claudio Abbado
- Murray Perahia
- Jonas Kaufmann & Helmut Deutsch