Con el tiempo, Vladimir Ashkenazy ha alcanzado mayor notoriedad como director que como pianista. Sin embargo, desde su juventud ha sido uno de los grandes maestros de nuestro tiempo. Ahora vuelve a acercarse a Bach con la perspectiva que ofrece la experiencia vital de un intérprete que, como el propio autor, ha sabido equilibrar siempre la necesidad de la razón y de la forma con el ímpetu del corazón. Ashkenazy brinda color, imaginación y un perfecto entendimiento de los diferentes movimientos de danza que integran estas suites.