Baroque

Baroque

La era barroca abre un nuevo capítulo en la vida de Miloš Karadaglić. Tras los álbumes de inspiración mediterránea que siguieron a su debut en 2011, el guitarrista se sumerge en el florido estilo que conquistó las cortes europeas de los siglos XVII y XVIII. Los arreglos para guitarra de Baroque nos llevan de las piezas para clave que Alessandro Scarlatti escribía en España, Couperin en Francia y Handel en Inglaterra a los conciertos italianos hasta el tuétano de Vivaldi. “El Barroco es una época de contrastes, de puntos altos y bajos, de luces y sombras, de oscuridad y esplendor”, explica Miloš a Apple Music Classical. El arte del arreglo, imprescindible para abordar un repertorio que precede a la guitarra moderna, no es nada nuevo para el montenegrino, aunque algunas de las piezas de este programa se presten más que otras. La música para laúd del alemán Silvius Leopold Weiss, por ejemplo, pasa sin problema de un instrumento al otro y se ha convertido en una de las piedras angulares del repertorio de guitarra contemporáneo. Otras, como el Concierto en si menor, RV 580 que Vivaldi escribió para cuatro violines, violonchelo, continuo y cuerdas, presentan desafíos considerables. “Quería meterme en el repertorio que me ha interesado desde hace años como oyente”, dice Miloš. “¿Por qué no puedo tocar piezas con una bravura como la de Giuliano Carmignola en su Vivaldi, la coloratura de Cecilia Bartoli o el piano de Víkingur Ólafsson? Tienes que encontrar el valor de probar lo que funciona y lo que no”. El centro del álbum lo ocupa la “Chaconne” de la Partita n.º 2 en re mayor de Bach, prueba de fuego para cualquier violinista. Es una pieza profunda en lo emocional y exigente en lo técnico. “Empieza con una sencilla progresión de acordes antes de explorar todo tipo de contrastes en muy poco tiempo”, explica Miloš. “Es extraordinaria. La he escuchado al saxo con Jess Gillam, pero creo que podrías tocarla con una gaita y seguiría sonando increíble. Bach es universal, es la esencia de la música occidental”. Miloš insiste en la variedad que abarca el paraguas barroco. “No hay fronteras en la Unión Europea”, dice, “pero si cruzas de Francia a Alemania o a España, sientes que has llegado a otro planeta”. Estas diferencias nacionales se reflejan en el lenguaje musical de cada país, de la introvertida sencillez de la Sonata en re menor de Scarlatti, que abre el programa, al rigor racionalista de Weiss o la energía ardiente de Vivaldi. “La palabra ‘barroco’ viene de los joyeros portugueses, que la usaban para referirse a las perlas irregulares”, apunta Miloš. “Son perlas tan únicas como los seres humanos. Cada una tiene una forma diferente y es hermosa a su manera. El resultado es música que habla de tú a tú a quienquiera que la escuche”.

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