Su boquilla de doble caña y un calibre relativamente estrecho otorgan al oboe un tono muy característico, que es esencial en la sección de instrumentos de viento-madera. A pesar de que no existen tantos conciertos inspirados en él como, digamos, el clarinete, hay algunas joyas barrocas, así como obras maestras de Mozart y Richard Strauss. Como parte de una orquesta, el oboe ha hecho algunas apariciones memorables, por ejemplo en la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvořák y en Das Lied von der Erde (la canción de la Tierra) de Mahler.