

Cuando Fito Páez apareció en la rústica escena bonaerense de la década del 80, las melodías del cantautor proveniente de Rosario mostraban la fuerte influencia de los dos fundadores del rock argentino: Charly Garcia y Luis Alberto Spinetta. Páez fue tecladista de Charly durante la época legendaria de Clics Modernos y, en 1986, grabó un álbum doble junto a Spinetta, La La La. Pero ya desde sus primeros discos y éxitos como “11 y 6”, el cantante desarrolló un estilo propio que se nutre de un profundo amor hacia la poesía, la psicodelia y el surrealismo. Más que una canción, “Yo Vengo a Ofrecer Mi Corazón”, lanzada durante el retorno de Argentina a la democracia, era un manifiesto sociopolítico.
En 1992, esos elementos alcanzaron una cúspide creativa y comercial con El Amor Después del Amor, uno de los discos más conmovedores en la historia de la música latinoamericana. Este álbum, grabado junto a una extensa galería de estrellas invitadas, vendió más de un millón de copias e incluye un homenaje a la exuberancia melódica de The Beatles (“Brillante Sobre el Miic”) y la belleza terrenal del folclore sudamericano (“Detrás del Muro de los Lamentos”, con Mercedes Sosa).
Lejos de intimidarlo, la consagración cultural de Páez le permitió darle rienda suelta a su prodigiosa creatividad. Durante las últimas tres décadas, experimentó con las texturas electrónicas (La Ciudad Liberada, de 2017) y el rock orquestal (La Conquista del Espacio, de 2020). En 2025, lanzó Novela, un musical épico que empezó a elaborar décadas atrás. Temas como el nostálgico “Cruces de Gin en Sal” confirman que la genialidad de Páez como cantautor continúa intacta.