Con una inclinación a la grandilocuencia a la altura de su nombre, Queen creó un nuevo género, al que se le llamó rock operístico, y desarrolló un sonido propio con influencias tan dispares como la música clásica, el disco, el doo-wop, el new wave y el heavy metal, además de la ópera misma. Por el camino, la banda dio forma a una de las discografías más distinguidas de la música moderna. Sus orígenes se remontan al Londres de 1970, cuando Farrokh Bulsara, recién salido de la escuela de arte, comenzó a hacer música con el guitarrista Brian May y el baterista Roger Taylor, ambos procedentes de Smile. Pero no fue sino hasta que John Deacon se les unió como bajista y Bulsara cambió su nombre por el de Freddie Mercury, que nació Queen.Su debut homónimo vio la luz en 1973, el momento ideal para subvertir los principios del rock progresivo que dominaba entonces. Escribían canciones complejas pero también eran capaces de reírse de sus propios excesos. La mezcla del lado más travieso de Mercury y la relativa seriedad académica de sus compañeros (May ha estudiado astrofísica toda su vida y tiene un doctorado en la materia) los hicieron únicos desde el primer momento. Seguramente el álbum que mejor captura esta personalidad es el audaz A Night at the Opera, que fue la producción más cara de la historia cuando la completaron en 1975. Una de sus canciones, “Bohemian Rhapsody”, define el microcosmos de la banda en seis minutos: era compleja y absurda, convertía cualquier música en rock y su dramatismo dejaba espacio al humor. Desde ese momento, su legado ha quedado grabado en varias generaciones.A medida que su popularidad avanzaba, la banda produjo temas con estilos menos complejos, pero igualmente poderosos, como “Another One Bites the Dust” de 1980, o “We Are the Champions” y “We Will Rock You”, que se convirtieron en verdaderos himnos. El éxito continuó a lo largo de los 80 a pesar de que Mercury luchaba contra el sida en silencio. El asombroso concierto que dieron en el Live Aid de 1985 demostró el poderío de una banda que capturaba, como pocas, la atención de 200,000 personas en un estadio. Tras la muerte de Mercury en 1991, sus tres compañeros se han reunido ocasionalmente con distintos cantantes al frente, entre ellos, Paul Rodgers y Adam Lambert.