Si a fines de los 90 se pensaba que el sonido duro del metal ya no tendría mayores variaciones, el estilo de Slipknot -con su intensidad y rapidez- demostró que se abría un nuevo capítulo. Tras recorrer el circuito under, su disco homónimo los colocó en los grandes escenarios y en vivo se ganaron a miles de de maggots -fans- con sus espectaculares shows. Sus famosas máscaras ya son un sello de distinción, y canciones como “Everything Ends” o “Eeyore” sintetizan el fuerte tono de sus líricas en donde la angustia, la muerte y el desprecio a la condición humana son los protagonistas.