Clara Haskil: imprescindibles

La carrera de Haskil alcanzó su esplendor entre la Segunda Guerra Mundial y 1960. Como solista fue galardonada por su exquisito y poético fraseo y pureza de tono. Como instrumentista orquestal, trabajó con alguno de los mejores directores y orquestas de su tiempo: sus conciertos de Mozart y Beethoven se consideran extraordinarios. Se refugió de la enfermedad en su música, a la que supo aportar un brillo reconocible en todas sus grabaciones, en incluso las más tardías. Su amigo Charlie Chaplin la reverenciaba como a una de las pocas personas auténticamente geniales que había conocido.

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