La música de Beethoven nos habla con la misma fuerza expresiva y lucidez artística que hace doscientos años. El compositor alemán, una de las figuras más tempestuosas de la escena vienesa del siglo XIX, dejó una huella imborrable en casi cualquier forma imaginable, desde sus nueve majestuosas sinfonías hasta los elegantes cuartetos de cuerda, unas sonatas de íntima belleza y la sobrecogedora emoción de su música sacra. Más allá del definitivo paso del clasicismo al romanticismo, sus obras exploran la naturaleza humana en toda su contradictoria grandeza y prefiguran la era moderna con una visión inmortal.