El pianista polaco Krystian Zimerman vuelve a demostrar su sutileza y una exquisita sensibilidad musical en las dos últimas sonatas de Schubert, compuestas meses antes de la muerte del compositor a los 32 años. Ambas son obras maestras de deslumbrante belleza y recorren un amplio arco emocional que va de los rincones más oscuros del alma a la resignación. Zimerman resuelve los conflictos internos de la música con maestría en una grabación de impresionante profundidad y riqueza.