Caprices

Caprices

“Como artista, es bueno esforzarse hasta el límite y esta música definitivamente te obliga a hacerlo”, le comenta Fenella Humphreys a Apple Music. “Cuando era niña y participaba en concursos, los comentarios siempre eran: ‘Ella es tan musical, qué lástima su técnica’”. Con el álbum Caprices, finalmente está “silenciando esas voces” que se quedaron en su mente. El repertorio es apasionantemente diverso. Abarca un periodo de 200 años e incluye una serie de estrenos mundiales encargados por Humphreys, todo lo anterior unido por una sola cosa: la extraordinaria exigencia técnica y expresiva que estas melodías le imponen a quien las ejecuta. Son obras maestras diseñadas para impactar. De hecho, en este álbum la violinista británica aborda algunas de las piezas para violín virtuoso más famosas de todos los tiempos: los 24 Caprichos de Paganini. “Los evité a toda costa durante mucho tiempo porque, por alguna razón, creía que no podía tocar ese tipo de música”, admite Humphreys. “Pero ya era tiempo de deshacerme de esos fantasmas y ahora me encanta interpretarlos. Las variaciones son casi como gotas de agua, cada una es diferente”. Sin embargo, una de estas miniaturas, el famoso “Capricho no. 24”, se convierte en la base de un paisaje bastante más amplio y menos familiar. Humphreys encargó 12 variaciones diferentes, en 16 compases, del tema original de Paganini para este disco. “La diversidad de lenguaje que surge de un mismo tema es extraordinaria”, afirma. “Tienes la variación de Heloise Werner, que exige cantar y gritar; la de Alex Howard, tan devastadora y hermosa y la de James Joslin, en la que cada compás se correlaciona con una de las variaciones del propio Paganini, pero modificando notas y ritmos de manera muy ingeniosa”. Esta amplia selección también incluye el clásico de salas de conciertos “Recitativo and Scherzo-Caprice, Op. 6” de Fritz Kreisler, la “Hora Bessarabia” de Roxanna Panufnik, compuesta originalmente para el Concurso Menuhin de 2016, y “For Airi” de Errollyn Wallen. También hay cuatro obras que son muy especiales para Humphreys: las composiciones encargadas a jóvenes de Gran Bretaña. Las piezas de Freya Waley-Cohen, Oliver Leith, Seonaid Aitken y Laurence Osborn ofrecen estimulantes y variados enfoques de cómo podría ser la música de violín virtuoso en el siglo XXI. “Caffeine” de Waley-Cohen comenzó como una pieza para flauta dulce y luego fue reelaborada para violín a petición de Humphreys. “Estuve en el estreno”, cuenta. “Tenía una energía tan increíble y quería ser parte de ella. Es una versión musical de lo que hace tu cerebro cuando tomaste demasiado café”. El mismo optimismo enérgico pulsa a través de “Glasgow Reel Set” de Seonaid Aitken, quien combina melodías folclóricas y violín tradicional con técnicas clásicas para crear una obra incontenible. “Seonaid en realidad me introdujo a la música de violín escocesa. Ha sido una curva de aprendizaje interesante el encontrar diferentes formas de sostener mi brazo para ejecutar los pasajes rápidos, ya que pueden llegar a sonar torpes”, explica Humphreys. “Creo que las personas escuchan esto y se sienten libres como oyentes de una manera distinta”. La libertad es un tema que reaparece tanto en las piezas de Leith como en las de Osborn, y Humphreys las describe como “suaves, muy hermosas y llenas de cosas locas”. “Me encanta ser parte del mundo de la música nueva”, declara. “Trabajar con compositores vivos es emocionante. Estar presente para ver cómo cobra vida una obra es un honor increíble”.

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