

Más allá del estéril debate sobre cuál fue el primer álbum de heavy metal, el debut de Black Sabbath marca la frontera entre el blues-rock pesado y el culto al riff mastodóntico. Desde la todavía espeluznante pesadilla eléctrica de “Black Sabbath” hasta el inquietante medley final, la psicodelia de la época desaparecía en una niebla de ritmos amenazadores, en guitarras que llevan el horror gótico al mundo terrenal y en una atmósfera general de oscuras premoniciones.