The Wanderer

The Wanderer

"El título del quinto álbum del pianista Seong-Jin Cho está basado en el de su primera pieza (la notablemente complicada Opus 15 (D 760) en Do mayor de Schubert, conocida como la ‘Wanderer-Fantasie’ o ‘Fantasía del caminante’), pero bien podría referirse a la trayectoria profesional del propio Cho. Oriundo de Seúl, lleva viviendo en ciudades como París o Berlín desde 2012 y girando por los recintos más importantes del planeta (incluidos el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles o el Carnegie Hall de Nueva York) desde que se convirtió en el primer coreano en alzarse con el primer premio en el prestigioso Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin celebrado en Varsovia en 2015. Lleno de sofisticadas interpretaciones, The Wanderer es el primer álbum en el que Cho aborda piezas de más de un compositor. “Siempre había querido publicar un disco con obras de varios compositores, pero dar con el concepto adecuado siempre es un reto”, le cuenta a Apple Music. “Al grabar música de un único compositor, resulta mucho más fácil capturar su carácter singular. Schubert, Berg y Liszt me parecen compositores con personalidades claramente diferenciadas”. En la entrevista con Apple Music que puedes leer a continuación, Cho nos explica cómo afrontó ese desafío y analiza cada una de las piezas que integran el álbum. Fantasy in C Major, Op. 15, D. 760 “Wanderer” (de Schubert) “La ‘Fantasía del caminante’ es una pieza que le resultaba difícil tocar al propio Schubert, que solía referirse a ella diciendo que ‘el diablo podría tocarla’ por su extremada complejidad técnica. El segundo movimiento se basa en ‘Der Wanderer’ (‘El caminante’), que Schubert compuso en 1816. Suena como el caminante en su búsqueda de esperanza y felicidad, justo lo contrario a la melancolía del lugar del que procede. El cuarto movimiento suena confiado y audaz, mientras que el primero está a medio camino entre los dos que acabo de mencionar: resulta atrevida y, al mismo tiempo, tiene algunos momentos muy introspectivos en su parte central. El tercer movimiento está interpretado en el triple tiempo característico del vals, y al escucharlo te puedes imaginar cómo serían los valses originales en la Viena de los viejos tiempos. En líneas generales, ‘Wanderer’ es muy espontánea. Sin apenas cortes claros entre movimientos, casi suena como si sólo hubiera uno. Es una pieza en la que Schubert probó algunas ideas muy innovadoras.” Piano Sonata, Op. 1 (de Berg) “Esta sonata es la primera composición de Alan Berg, que apenas era un veinteañero cuando la escribió. Yo ahora mismo tengo 25, así que es una composición que me hace más humilde. Al igual que las piezas de Schubert y Liszt, se trata de una sonata, pero interpretada como si fuera una variación. La tonalidad tiene un aire muy voluble, pero de hecho está en Si menor. Una característica que comparten las tres composiciones del álbum es que resultan muy innovadoras pese a utilizar un número limitado de temas. Por ejemplo, ‘Wanderer’, de Schubert, empieza con un ritmo particular en el primer movimiento y lo mantiene hasta el final. Berg es también un maestro a la hora de componer, ya sea con múltiples variaciones rítmicas o utilizando unos pocos temas para crear una composición entera de lo más convincente. Creo que la sonata de Berg es bastante compleja y tiene muchos matices. Expresa un profundo misterio, pero alberga también romanticismo y serenidad con algunos aspectos polifónicos. Apela a una amplia gama de sentimientos, como si se tratara de la obra de muchos compositores distintos. Por momentos suena mucho a J.S. Bach, y a continuación te puede recordar a Wagner. En esos fragmentos es fácil entrever la profunda influencia de su maestro, Arnold Schoenberg, pero la personalidad del propio Berg es también muy notable.” Piano Sonata in B Minor, S. 178 (de Liszt) “La sonata de Liszt dura más de 30 minutos. La primera vez que la interpreté en un recital fue hace ya nueve años, y entonces percibí la sensibilidad de la composición de una forma diferente a como lo hago ahora. Creo que fue la pieza más larga que había interpretado hasta entonces. Estaba también Cuadros de una exposición, de Mussorgsky, pero la sonata de Liszt sonaba mucho más épica y me emocionaba muchísimo la idea de tocarla. Puede presumir de ser una de las composiciones para piano más profundas de todos los tiempos, ya que representa todo un complejo corpus de mensajes. El propio Liszt nunca lo enunció así, pero hay algunos fragmentos en los que invoca al Mefistófeles del Fausto de Goethe y otros que casi parecen una biografía en la que dibuja un retrato completo. Liszt compuso muchas canciones magníficas y fue un virtuoso del piano muy respetado en su época, pero su sonata termina con un silencio. Cada vez que la toco, me golpea como un ‘memento mori’. Aunque solamente tengo 25 años, creo que se trata de una pieza muy dramática que le recuerda constantemente al oyente lo que es la vida y la muerte.”"

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