La vida del guitarrista autodidacta John Hurt lo sitúa entre las leyendas del Sur estadounidense. En los años 20 grabó una serie de sencillos notables que no tuvieron, sin embargo, éxito comercial. Fue a principios de los 60, tras una vida trabajando de bracero y tocando ocasionalmente en fiestas, cuando fue redescubierto por etnomusicólogos. En pleno apogeo del folk, su sensacional y único estilo de fingerpicking y su voz apaciguada, casi conversacional, cautivaron a las nuevas generaciones. Sus últimas grabaciones antes de morir revelan la autenticidad y sencillez de los grandes del blues.