Beethoven: Symphony No. 9

Beethoven: Symphony No. 9

La sinfonía Coral de Beethoven, con su visión cósmica de un creador amoroso “más allá de las estrellas”, se escuchó por primera vez en Berlín en 1826, sólo dos años después de su estreno en Viena. En aquel entonces, el público berlinés se identificó profundamente con la obra, al igual que los miembros fundadores de la Filarmónica de Berlín unos 60 años más tarde. Pronto se convirtió en un elemento esencial para el alma de la orquesta, una medida de referencia de su arte, de las visiones de sus principales direcciones y de su capacidad para articular el mensaje de la Sinfonía sobre la búsqueda de la amistad mutua que eleva a la humanidad. Bajo la dirección de Sir Simon Rattle, la orquesta berlinesa ofrece una interpretación caracterizada sobre todo por su visión de los matices expresivos y las inestabilidades emocionales de la partitura, sonando como si se conectaran de alguna manera directamente al inmenso mundo de la imaginación de Beethoven. El sólido dominio de Rattle sobre la estructura de la sinfonía y su comprensión de la compleja red de detalles superficiales, así como los cambios de tempo dan forma a una interpretación a la vez congruente y volátil. El Beethoven revolucionario estalla con una fuerza volcánica en el primer movimiento y salta por encima de las barricadas en el final coral de la obra. La irresistible energía de este último es impulsada por las escalofriantes fanfarrias de la orquesta y la conmovedora presentación del “Himno a la alegría”, llevado a su punto álgido por el soberbio Coro de la Radio de Berlín. Y el bajo ruso, Dimitry Ivashchenko, sobresaliente entre el característico cuarteto de solistas, subraya la novedosa intrusión de voces en lo que hasta ahora había sido una mezcla puramente instrumental, al animar su recitativo inicial, y se deleita en la seductora y cautivadora belleza de la alegría. Cuando los temas de los tres primeros movimientos resurgen en el último, Rattle los presenta como participantes en una procesión ceremonial que conduce inexorablemente a la proclamación final y extática de Beethoven del poder mágico de la alegría para sanar y unir. El impulso de su interpretación puede ser urgente, pero nunca implacable. Siempre hay tiempo para reflexionar y permitir que florezcan las líneas de canto del “Adagio”, por ejemplo, o para dar forma al contrapunto juguetón del segundo movimiento. También hay momentos audaces, como el protagonizado por el coro en la palabra “Brüder” (hermanos) en el retorno de “Ihr stürzt nieder, Millionen?” (¿Caéis de rodillas, vosotros millones?). Más allá de la interpretación, la grandeza de esta grabación reside en las cualidades casi sobrehumanas de la orquesta berlinesa. Se eleva más allá de las estrellas gracias al compromiso de un centenar de solistas que tocan al unísono, escuchándose y respondiéndose mutuamente con una intensidad ardiente, una precisión asombrosa y una empatía genuina por el himno de Beethoven a la fraternidad universal. Escucha la pista adicional para obtener la convincente visión personal de Simon Rattle sobre la dirección de la Sinfonía no. 9 de Beethoven. “Es como si de repente pudieras ver un paisaje más grande”, comenta. “Te exige mucho”.

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