SOMOS: Voces

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SOMOS: Voces

Los géneros pueden pasar de moda, pero el sonido que define a México lleva siglos entre nosotros gracias a una larga tradición de baladistas que cantan apasionantes historias de dolor y desamor acompañados de violines, trompetas, vihuelas y guitarrones. Con “México Lindo y Querido” de Jorge Negrete como uno de sus mayores ejemplos, el mariachi está profundamente enraizado en la historia del país. La emoción que encierra el mariachi (y se hace evidente en esta playlist) se mantiene intacta en las discografías de figuras históricas como Pedro Infante y Lucha Villa, pero también en los éxitos recientes de jóvenes talentos como Christian Nodal y la estrella de tercera generación Ángela Aguilar. Originario de Sinaloa, Infante incorporó canciones que hoy son clásicos del mariachi a las películas que lo convirtieron en una estrella en los años 40 y 50, la edad de oro del cine mexicano. “Cien Años”, de profético título, es una de las que mejor ha resistido el paso del tiempo. Por su parte, la chihuahuense Villa llevó su música a la gran pantalla en la década de los 60, y “Que Me Llevé El Diablo” se mantiene como uno de los puntos álgidos de su cancionero. José Alfredo Jiménez abre la lista con “El Rey”, de 1971, y es el autor de algunas de las canciones que escuchamos aquí en voces de otros intérpretes.  El mariachi debe buena parte de su éxito a otro artista de Chihuahua, el cantante y compositor Juan Gabriel. A partir de los años 70, expresó con inimitable vitalidad el dolor de sus propias letras, como “Se Me Olvidó Otra Vez” en 1974, y lo puso al servicio de los innumerables artistas que grabaron sus canciones. Su alcance llegó más allá de las fronteras de México, hasta la española Rocío Dúrcal, por ejemplo. Su evocadora versión de “Costumbres” se mantiene en el tiempo como la esperanza de su protagonista por el regreso de un antiguo amor. Las dinastías familiares de la música mexicana han transmitido el mariachi como parte de su herencia. La leyenda de Jalisco Vicente “Chente” Fernández ha cantado al desamor como pocos artistas a lo largo de su carrera, especialmente en el arrebato de “Volver Volver”. Su hijo Alejandro Fernández siguió el mismo camino y se convirtió en uno de los nombres esenciales del género, y su nieto Alex Fernández Jr. es el nuevo eslabón del legado. Por su parte, el de la dinastía Aguilar, que comenzó con Antonio Aguilar y Flor Silvestre, está ahora en manos de Pepe Aguilar (“Por Mujeres Como Tú”, de 1998, es una joya) y su hija, la todavía adolescente Ángela Aguilar. La cultura y la música mexicanas son parte esencial del tejido de Estados Unidos, algo que se refleja en generaciones de estrellas con un pie en cada lado de la frontera. Antes de su muerte en 1995, el ícono de la música tejana Selena se adentró en el mariachi con un estremecedor cover de “Tú, Solo Tú”. La desaparecida reina de la banda Jenni Rivera, nacida en Long Beach, California, también llegó a lo más profundo de su voz en la emocionante “Ya Lo Sé” de 2009. Las dos artistas dejaron su sello en la música regional mexicana y representaron con orgullo los dos lados de la frontera. Si miramos al futuro del mariachi, el sonorense Nodal ha atraído a una nueva generación de fans con su particular estilo mariacheño, que incorpora influencias norteñas en canciones como la ardiente “No Te Contaron Mal”. Incluso estrellas estadounidenses como John Legend quieren acercarse al movimiento con colaboraciones como la que le llevó a grabar “Quisiera” con la banda femenina de mariachi Flor de Toloache. El grupo, que ya ha triunfado en los Grammy, mantiene la frescura del género fusionándolo con el jazz y la música alternativa. Gracias a la música de estos artistas y de los clásicos que la precedieron, el mariachi continúa llegando a los corazones de millones de personas. —LUCAS VILLA

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