Oscar Ortiz

Oscar Ortiz tenía apenas 10 años cuando ya era testigo del éxito comercial y musical de su hermano Gerardo, que en 2012 ya se había convertido en el primer artista firmado por DEL Records (sello insignia del corrido), y había sido nominado en un par de ocasiones a los premios GRAMMY Latino. Su otro hermano, Kevin, estaba por comenzar su carrera, que lo llevaría a convertirse en una de las jóvenes promesas de mayor relevancia en el entramado musical. Su padre, Antonio Ortiz, había sido un destacado músico en su natal Sinaloa antes de emigrar a California, por lo que la música no es una casualidad de familia, es una conexión de sangre.Oscar siempre tuvo claro que la música iba a ser parte clave de su vida. Primero nació la curiosidad, luego el interés genuino, y eventualmente, las lecciones de piano y guitarra. Así forjó sus primeros pasos, a la par de una visibilidad notable en redes sociales que llevó sus primeras muestras de talento al mundo entero, las cuales harían que Bad Sin Records, el sello que preside Gerardo Ortiz, lo firmara como otra promesa de la casa. Y aunque su historia está inexorablemente contada desde sus hermanos, sus cualidades se explican desde otros lados. El menor de los Ortiz es un cantautor menos preocupado por la dureza de la realidad y la fiereza del corrido. De la voz del tijuanense emanan emociones. En “First Love”, presenta una cumbia norteña para curar corazones en desdicha. En “Ice Cream”, hace una oda a la despreocupación con el requinto como socio. Y es que, aunque su carrera aún es incipiente y las expectativas son altas, Oscar no tiene prisa ni inquietud. Tal como se lo enseñaron sus hermanos: hay pastel para todos.