Nicola Benedetti se une al pequeño grupo de violinistas que nos ha dado grabaciones verdaderamente especiales del concierto de Elgar. En compañía de una orquesta que lleva esta música en las venas (la misma que grabó la ya clásica versión de Nigel Kennedy) y un director cuya atención a los mil detalles de la partitura nunca se interpone en el camino de sus vastos panoramas, Benedetti supera el desafío con grandeza. Alcanza momentos de gran intimidad, pero también es capaz de hacer a su violín cantar como una alondra cuando la música lo exige. Este es un álbum notable y una muestra más de la madurez musical de la escocesa.