Las magníficas cuerdas de la orquesta Sinfonia of London, bajo la usual batuta de John Wilson, demuestran su poder en tres maravillosas, aunque no muy conocidas, creaciones del siglo XX. El álbum inicia con una obra medular de George Enescu (1881-1995), maestro del gran violinista Yehudi Menuhin, el Octeto (1900), el cual pese a que originalmente se escribió para dos cuartetos de cuerda, fue concebido como un trabajo casi orquestal. En esta pieza, se emplea una sección completa de cuerdas y un apartado ocasional de solistas, tal como el propio Enescu aprobó, otorgando a la melodía un tratamiento audaz y expresivo. Especial atención merece el contraste que hay entre la tensa “Très fougueux”, su segunda parte, y la tersa “Lentement”. Por otro lado, Harmonies du soir, obra del belga Eugène Ysaÿe de 15 minutos de duración, exuda un toque de sensualidad francesa y resulta el complemento perfecto para el Concierto para orquesta de cuerdas (1948) del polaco Grażyna Bacewicz, una refinada composición de tres movimientos breves interpretados con asombrosa articulación.