Guiado por su pasión por el jazz y el respeto a sus propias raíces, Mulatu Astatke enhebró las escalas pentatónicas de la música etíope con los sonidos que cada noche desplegaban Miles Davis y John Coltrane en los clubes neoyorquinos para alumbrar su hipnótico ethio-jazz, un estilo en el que los instrumentos del jazz contemporáneo se dan la mano con los ancestrales latidos del washint, el krar, el masenqo o el kebero de su Etiopía natal. Profundamente respetado y reconocido en los círculos jazzísticos de medio mundo, Astatke amplió notablemente su popularidad en 2005 con su participación en la banda sonora de la película de Jim Jarmusch <I>Flores rotas</I>, gracias a la cual vio cómo una nueva generación de músicos (Damian Marley, Nas o Kanye West entre ellos) caía bajo su embrujo y le rendía tributo sampleando sus canciones.