Su carrera fue intensa y, desafortunadamente, breve. Su rasposa voz es la arquetípica de un cantante de blues. Su agónica y atormentada alma se mantuvieron fieles a este género hasta el final. Janis Joplin era una excelente intérprete, pero sus habilidades composicionales dejaban mucho que desear, y es por eso que sus mayores éxitos fueron covers. En el escenario se le conocía por su marcado histrionismo y exhibicionismo. Janis no cantaba, sino que susurraba, gritaba y gruñía. Cada canción que interpretaba parecía ser un ritual de autodestrucción.