Conocido por su ornamentación extravagante, su afición por los tempos alegres y sus texturas musicales bien ventiladas, Ton Koopman es una voz inmediatamente reconocible entre quienes siguen la práctica interpretativa históricamente informada. Nacido en Zwolle en 1944, contó entre sus profesores con el influyente clavecinista Gustav Leonhardt y, con poco más de 20 años, fundó Musica Antiqua Amsterdam. En 1979, dio vida a la Orquesta Barroca de Ámsterdam para complementar una carrera como galardonado organista y clavecinista. En 1993, amplió el campo de acción de la orquesta con la creación de un coro y, aunque en alguna ocasión consideró el Réquiem (1791) de Mozart como el punto más lejano del Barroco al que llegaría, como director se ha mostrado atraído por Mendelssohn, Weber e incluso Schumann. Sin embargo, J.S. Bach permanece como el centro de su universo musical. Después de grabar todas las cantatas sacras y profanas de Bach que se conservan, por no mencionar las piezas corales a gran escala, recurrió a la Ópera Omnia de Buxtehude, un proyecto que recorre la obra completa del predecesor de Bach en 30 discos. Aunque se le asocia principalmente con instrumentos de época, Koopman no es un músico que acostumbre ir a lo seguro y cada vez se le ve más al frente de orquestas como la Filarmónica de Berlín, las Sinfónicas de Chicago y Boston y, más cerca de su hogar, en el Concertgebouw de Ámsterdam.