En un estrado, un músico debe dejar atrás el dominio de su instrumento para expandir sus facultades y dirigir de forma armoniosa a toda una orquesta. En ese sentido, el trabajo de Bernard Haitink fue único. Con una energía desbordada que se convertía en parte del espectáculo, el director se consagró por lo robusto de su repertorio, así como por sus meticulosas interpretaciones. Desde Mozart hasta Shostakovich, no hubo compositor al cual Haitink no le rindiera un homenaje que no terminara en ovación. En esta lista el tributo ahora es para el propio Haitink, en su memoria.