Es aventurado afirmar que Anna Maria fuese la musa de Vivaldi, considerando que el genio italiano era sacerdote. Sin embargo, sí fue una de sus pupilas más destacadas para quien escribió varios conciertos de violín y muchos otros más para su repertorio. Fabio Biondi ha confeccionado este álbum en torno a las obras mencionadas, haciendo eco de los elementos del excepcional virtuosismo de la violinista. En el primer concierto, el solista no se preocupa en esperar a la orquesta, sino que se lanza directamente y Biondi hace rebotar su arco sobre dos cuerdas a la vez. Anna vuelve a la vida en el movimiento lento del Concierto para violín en do mayor, RV 179a, donde las ornamentaciones suenan maravillosamente espontáneas en las manos del instrumentista italiano. Quienes tocan en la orquesta Europa Galante disfrutan los ritmos impulsivos de Vivaldi, aportando un toque percusivo a los llamados del corno en el Concierto para violín en si bemol mayor, RV 363.