El refinado estilo de Jacqueline du Pré la convirtió en una de las mejores violonchelistas de la historia y es recordada como tal a pesar de la brevedad de su carrera. Sus interpretaciones mezclaban explosiones de fuerza y momentos de divina melancolía, como demuestra la Sonata para violonchelo en mi menor de Brahms. Dicha combinación la convirtió en una figura primordial y central en el escenario, incluso frente a la imponente Orquesta Sinfónica de Londres como, por ejemplo, en el Concierto para violonchelo en mi menor de Elgar. Aunque sus actuaciones se grabaron en las décadas de los 60 y 70, sus lecturas puras y emotivas de Beethoven siguen siendo un referente, como se puede apreciar en la Sonata para violonchelo no. 3.