Durante gran parte de los siglos XIX y XX, el compositor alemán Georg Philipp Telemann fue considerado una versión inferior de J. S. Bach, un artesano de la melodía sin la profundidad espiritual de su contemporáneo. Más tarde, en la década de 1960, el nuevo movimiento de interpretaciones historicistas empezó a investigar la música de Telemann y reveló la fecunda imaginación que le aportó al timbre y la coloratura. La colección de piezas de cuatro horas titulada Tafelmusik (1733) brilla gracias a las combinaciones acertadas de instrumentos, la mayoría de los cuales dominaba él mismo. Además, Telemann tenía un gran sentido del humor, algo que Bach generalmente no poseía. La Alster Overture describe a cisnes, cuervos, sapos y pastores con un espíritu lúdico. Telemann también compuso una amplia variedad de música eclesiástica, que a la hora de su muerte en 1767 lo había convertido en el compositor más respetado de Europa. En particular, la Brockes-Passion (1716) impresiona con su conmovedor trabajo vocal y espíritu devocional. Pero los grandes tesoros de su catálogo son las composiciones puramente instrumentales, que difundió extensamente mediante su visionario trabajo de autoedición. Repletas de invención y sumamente entretenidas, son algunas de las obras más amigables del siglo XVIII.