Tanto Benjamin Britten como su maestro Frank Bridge fueron propietarios de la viola Giussani que Hélène Clément utiliza para este álbum. La obra más importante, Lachrymae de Britten, es una serie de variaciones sobre un tema de John Dowland y es tocada de forma evocadora por Clément. En Elegy, la elocuencia del instrumento se hace evidente con su profunda resonancia tonal. La conmovedora interpretación de la mezzosoprano Sarah Connolly de Three Songs de Bridge es otro punto culminante, así como la tristeza que Clément canaliza en There Is a Willow Grows aslant a Brook.