Cuando parecía que su vida estaba destinada a cárceles sin un futuro promisorio, David Allan Coe halló en otro recluso, Screamin' Jay Hawkings, la motivación para hacer música y enrumbar su camino. De esa forma, el oriundo de Akron puso manos a la obra en los 60, y en cuestión de tiempo ya era famoso por su honky tonk puro y por encarnar al perfecto cantante de outlaw country. En sus letras hay comedia, pero también referencias polémicas sobre sexo, drogas y política, lo que ha reforzado su imagen como uno de los intérpretes más irreverentes y populares de los últimos 50 años.