Los territorios explorados por Hancock en Empyrean Isles anuncian las vanguardistas dimensiones sonoras a las que el pianista se dirigía. Bop tradicional, grooves llenos de soul, y jazz experimental de tendencias post-modales forman la paleta sonora del álbum. Hancock cautiva desde el principio con la enérgica “One Finger Snap”. La conquista se consolida con la inolvidable “Cantaloupe Island” y su inolvidable riff de piano, pero nos deja con ganas de volver a empezar con la vigorosa improvisación de “The Egg”.