El Fitzwilliam String Quartet se distingue por usar instrumentos fieles a la época de las obras que interprete. No hay aquí, por tanto, vibratos vertiginosos, sino versiones de milagrosa precisión y realismo envolvente que nos hacen sentir como si ocupáramos una silla entre los músicos. El último cuarteto de Schubert N.º 15 en sol mayor (String Quartet No. 15 in G Major) suena en toda su arrebatadora intensidad, pero también profundamente humano. El lirismo es la clave de la partitura y el conjunto captura toda su expresividad melódica. Compuesto seis años antes, el Cuarteto de cuerda n.º 12 en do menor (String Quartet No. 12 in C Minor) es una obra febril que prefigura las grandes piezas de música de cámara que estaban por llegar. De nuevo, la versión del cuarteto británico es sobresaliente.