La Novena de Beethoven a veces corre el riesgo de consumirse entre las llamas de las grandes orquestas sinfónicas modernas. El director Pablo Heras-Casado, sin embargo, resalta sus texturas más ágiles y sinuosas dirigiendo una orquesta escueta. El resultado devuelve la obra a su legítimo lugar en los albores de la época romántica, donde las líneas orquestales entrelazadas recuperan su transparencia sin comprometer el impacto global. Hay un impulso contagioso en el primer movimiento, Casado mantiene la neurosis del segundo con pulso firme y el final monumental del “Himno a la alegría” combina elegancia y euforia. La Fantasía coral, una excéntrica precursora de la Novena, brilla al piano de Kristian Bezuidenhout.